Jordi, un joven repartidor de pizzas, tras recibir una queja sobre su servicio, su jefe le advierte que un nuevo error lo dejará sin empleo. Con el pedido en mano, se dirige a un misterioso chalet donde nadie responde a la puerta. Movido por el deber, decide entrar. Dentro de la casa encuentra un ambiente gélido. Jordi deja la pizza como compensación por un malentendido anterior relacionado con una pizca de ajo en el pedido. Sin embargo la tranquilidad se rompe cuando aparece el dueño de casa: un hombre obeso y hostil que pronto revela su verdadera naturaleza vampírica. Se desata así una violenta lucha entre Jordi y el monstruo. Entre golpes y estocadas la pelea culmina con Jordi logrando atravesar el pecho del vampiro con una estaca improvisada. De regreso a la pizzería, Jordi entrega el dinero y, con un gesto tranquilo, marca otra cruz en el mapa del local, dejando en claro que su trabajo va más allá de repartir comida: él es un cazador en una ciudad donde los vampiros acechan.